Después de compartir un momento íntimo y especial en el jardín zen, Chisato y Takina regresaron a la rutina de sus vidas cotidianas, pero con un nuevo sentido de cercanía y compromiso entre ellas.

La tensión de la misión las había unido aún más, pero también había dejado en evidencia los desafíos que enfrentaban como lycoris.

Era una tarde como otras en la cafetería, Mizuki estaba concentrada viendo algo en la computadora, la cual estaba en la barra de la cocina, mientras que Chisato y Takina repasaban los informes de campo.

El silencio era palpable y delineado por la concentración, la última misión había cargado de adrenalina e incertidumbre el futuro próximo.

 

- Tenemos que reforzar nuestra posición en el Sector 7. - 

 

Declaró Mizuki finalmente, rompiendo la quietud.

 

- Las fuerzas enemigas están aumentando su presencia. Necesitamos asegurarnos de que no estén organizando un plan a gran escala y que pueda poner en riesgo a los civiles. -

 

- Estoy revisando los puntos de entrada. Podríamos establecer una emboscada aquí. -

 

Señaló Chisato en el mapa holográfico que tenía en una tableta. Takina, con expresión seria, calculó las probabilidades de éxito.

 

- Podría funcionar, pero necesitamos estar preparadas para cualquier contingencia. -

 

Las tres llevaban hora analizando informes de ataques similares al de la escuela abandonada y habían descubierto que ya se habían registrado acontecimientos similares. 

 

- Deberíamos tomarnos una pausa para asentar lo que acabamos de analizar. -

 

Sugirió Takina, estirándose y bostezando, estaba sentada en una mesa, en la que había muchos libros abiertos, aparentemente en desorden, y muchas hojas amontonadas.

Chisato asintió y se paró de pie, dirigiéndose a la cocina.

 

-Prepararé un poco de té caliente. -

 

Chisato sacó una tetera de hierro forjado de una estantería y la llenó con agua, para luego ponerla encima de un quemador, encendió el mecanismo y el fuego empezó a chispear.

Takina también se había ido a la cocina junto con Chisato para elegir el tipo de té que tomarían las tres, después de todo era la única ahí que podría elegir algo adecuado para poder concentrarse.

Al notar movimiento en la cocina, que se ubicaba a sus espaldas, Mizuki se volteó ligeramente hacia atrás, viendo a las dos chicas ocupadas preparando el té, ese sencillo momento de colaboración le causó una sonrisa, por lo que decidió volver a ver la pantalla, pretendiendo leer algo, simplemente para no interrumpir el momento.

Habían pasado pocos días desde la última misión y no habían vuelto a hablar sobre lo que había ocurrido entre las tres y, a pesar de eso, no había incomodidad entre ellas, lo cual tranquilizaba el corazón de Mizuki.

 

- No me gusta el té de menta y el romero mucho menos. -

 

Exclamó Chisato, apagando el hornillo antes de que el agua superara la temperatura de ebullición.

 

- No es cuestión de que te guste o no, es lo que vas a tomar y ya. -

 

Replicó Takina, riéndose sádicamente, el té de romero era perfecto para estimular la concentración y la atención debido a su aroma y la menta servía para reducir la fatiga.

Chisato cruzó los brazos, reluctante, mientras Takina ponía en infusión las hierbas que había preparado.

 

- ¿No confías en Takina? -

 

Preguntó Mizuki, en tono burlón y provocativo, no era típico de Chisato quejarse de algo, por lo que esta última miró a Mizuki con mirada de desacuerdo.

 

- No es eso… ¡Es que no me gustan las hierbas aromáticas muy fuertes! -

 

La infusión ya había terminado así que Takina virtió el líquido en tres tazas y, antes de servirlas, agarró un frasco de miel y hundió una cucharadita en él, para luego endulzar abundantemente la infusión de Chisato.

Finalmente repartió las tazas y procedió a sentarse junto a sus libros.

Ante el silencio sospechoso de Takina, Chisato le dio un sorbo a su taza de té y un sabor intenso, refrescante y ligeramente picoso invadió sus papilas, seguido del reconfortante y emoliente dulzor de la miel.

Inmediatamente Chisato se arrepintió de su pequeño berrinche y miró a Takina, sonriendo, de cierta manera ese té reflejaba perfectamente su personalidad aparentemente fría pero atenta y gentil.

 

- Está muy rico, una disculpa. -

 

Takina sonrió pero sin dirigirle la mirada, quería hacer que Chisato se sintiera un poco en culpa, por lo que regresó a la lectura.

 

Pasaron otras horas y las chicas no se habían dado cuenta de que ya había anochecido hasta que sus ojos empezaron a arder por el esfuerzo y la poca iluminación, por lo que Takina cerró los libros con decisión y empezó a apilar las hojas, en un intento de acomodar el material que había estado leyendo.

Ese sonido sordo contagió Mizuki, la cual apagó su computadora portátil, para luego cerrarla.

 

- Me entró mucho sueño, iré a descansar, chicas. No hagan mucho ruido. -

 

Era notorio el hecho de que cualquier cosa que Mizuki dijera tenía un doble sentido, lo cual se confirmaba por su risita final.

Chisato no había prestado atención, estaba concentrada en ordenar y apagar todos los dispositivos, mientras que Takina asintió con la cabeza en respuesta a Mizuki, sonrojando.

Chisato suspiró después de haber ordenado todo y se acercó a Takina, con un brillo de vulnerabilidad en sus ojos.

 

- Takina, ¿Podemos hablar un momento? -

 

Susurró Chisato, agarrándola de la mano y jalándola ligeramente, en dirección a su cuarto.

 

- Sí, claro. -

 

Las dos caminaron hacia el cuarto de Chisato, entraron y se sentaron en la cama, cruzando la piernas y posicionándose una frente a la otra.

 

- Chisato… -

 

Comenzó Takina, agarrándose los dedos de los pies con las manos y bajando la mirada, como si necesitara sujetarse de algo, era la primera vez que iban a tener una discusión seria o era lo que parecía venir, por lo que estaba preocupada.

 

Chisato la interrumpió, acercando sus manos a las suyas y jugando con la tela de los calcetines de Takina.

 

- No sé qué depara el futuro para nosotras, Takina. Pero quiero que sepas que cada día que pasamos juntas, luchando lado a lado, ha significado más de lo que puedo expresar con palabras. -

 

Takina asintió con comprensión, su mirada, que en ese momento se había posado en los ojos de Chisato, reflejaban el peso de la responsabilidad que compartían.

 

- Somos lycoris, Chisato. Nuestro deber es proteger a aquellos que no pueden protegerse por sí mismos. -

 

Chisato sonrió tristemente.

 

- Lo sé, Takina. Y también sé que nuestro tiempo juntas puede ser limitado. Pero mientras estemos aquí, quiero que sepas lo importante que eres para mí. -

 

Takina se mordió el labio como para aguantar lágrimas, después de todo ella ni mucho menos Chisato habían elegido ser lycoris, pero a pesar de eso se estaban esforzando y llevando a cabo misiones potencialmente mortales sin nada a cambio.

El saber que sus vidas eran totalmente reemplazables era desalentador, pero de no haber estado ahí, ellas dos no se hubieran conocido y la vida de Takina seguiría a blanco y negro.

 

- ¿Y si…? -

 

Takina posó el dedo índice en los labios de Chisato, para detenerla, sacudiendo la cabeza.

 

- No, no creo que sea buena idea, viviríamos en alerta todo el tiempo. Después de todo, somos huesos duros de roer, podríamos sobrevivir como lo hizo Mizuki. -

 

Una sonrisa seguida de un suspiró despejaron el ánimo de Chisato, regularizando sus latidos, las palabras de Takina la estaban tranquilizando, sobre todo porque no se denotaba ninguna inseguridad en su voz, como si esas palabras estuvieran remojadas de convicción hasta la médula.

 

- Deberíamos disfrutar el tiempo en lugar de preocuparnos demasiado, con mayor razón. -

 

Afirmó Chisato, sonriendo abiertamente como solía hacer, antes se preocupaba lo necesario por el valor de su vida y la de los demás, pero ahora que tenía algo que atesorar, el miedo crecía como una pequeña llama que la quemaba a diario pero que ella misma trataba de disipar.

Takina se abalanzó hacia ella y le depositó un tímido beso en los labios, se sentía mal por haber creído que Chisato pudiera reprocharle algo o discutir con ella de manera poco constructiva, pero era su primera vez en una relación y realmente no conocía ciertas dinámicas, la confrontación le daba un poco de miedo.

 

- Hay algo que siempre he querido hacer. -

 

Takina se acostó en la cama y abrió los brazos, invitando a Chisato a unirse a ella, por lo que ella se acostó poniendo la cabeza encima de su pecho y posando una mano en su vientre.

El corazón de Takina latía tranquilamente y su respiración, que se topaba rítmicamente contra la cabeza de Chisato, la tranquilizaba como si de una canción de cuna se tratara, lo cual le sugirió cerrar sus ojos y relajarse.

Todos esos años en ausencia de calor humano hacía que Takina atesorara esos momentos de paz y amor, empezó a acariciar el cabello de Chisato, la cual se había quedado quieta a su lado.

Takina no pensaba que abrazarse acostadas podría resultar un poco incómodo, los grandes pechos de Chisato de cierta manera la hacían sentir aplastada, mientras que uno de sus brazos se estaba entumeciendo.

Evidentemente buscar una posición cómoda se volvería una cuestión de costumbre.

 

- Chisato, permíteme, me voy a acomodar mejor. -

 

Le susurró Takina, Chisato abrió los ojos y levantó el busto para darle movilidad, tallándose un ojo, mientras que el otro estaba semiabierto, ese día Chisato llevaba una camisa de rayas que para ese momento ya estaba arrugada, algunos botones se habían abierto y otros estaban en juego, a punto de abrirse también, debido al volumen de sus pechos, lo cual se veían apretados por debajo de la tela.

La tela de la camisa transparentaba un poco el tipo de ropa interior que traía, se trataba de un sostén de encaje, el relieve sobresalía ligeramente.

Ante esa visión Takina deglutió, preguntándose como alguien podía ser tan tierno y sexi a la vez, por lo que una gana irrefrenable triunfó e la hizo agarrarle los pechos, exprimiendolos, esa sensación de suavidad y cuerpo eran adictivas, como un antiestrés.

 

- Qué traviesa. -

 

Comentó Chisato, sonriendo y permitiendo que Takina tocara su cuerpo, cada vez que ella la tocaba su parte sumisa empezaba a emerger, como si su cuerpo estuviera hecho nada más para complacerla.

A pesar de poder sonar mal, no era algo condicional, sino instintivo.

Chisato procedió a desabrocharse la camisa, se la quitó y la lanzó, sus pechos parecían rebotar con el mínimo movimiento.

Pese al efecto que Takina le causaba, Chisato también estaba consciente del efecto que ella misma le causaba por su parte, era bastante evidente que su voluptuosidad era una debilidad para Takina, pero podía ser un instrumento de dobla hoja, porque no era algo que Chisato pudiera controlar.

Takina siguió manoseando los pechos firmes de Chisato, mientras su entrepierna se empezaba a mojar, preguntándose como ella misma podía vivir con esa magnitud de cuerpo.

Chisato se puso de perrito encima de Takina, mirándola a los ojos.

 

- Ya vivimos este momento. -

 

Afirmó, lamiéndose los labios.

 

- Hablando de eso, ¿A qué se refería Mizuki ese día, cuando mencionó que escondías cosas en tu cuarto? -

 

Replicó Takina, sentándose y haciendo que su cara se acercara abruptamente a la de Chisato, sonriendo mientras los labios de las dos rozaban entre sí.

Chisato sonrojó y miró directo a los ojos de Takina.

 

- ¿Te gusta jugar sucio? -

 

Takina sonrió, sin moverse un milímetro.

 

- Cuanto más sucio mejor. -

 

Chisato se paró de pie y empezó a desnudarse.

 

- Entonces quiero ver cómo usarás estos. -

 

Procedió a darle la espalda a Takina y a agacharse, dejando a plena vista su vagina rosada encerrada entre los muslos, mientras buscaba algo en un cajón, sacó unos juguetes sexuales y los lanzó a la cama.

Takina los agarró y los analizó, entre esas cosas lo más notable eran unos dildos de dimensiones importantes, un vibrador, un plug anal y un masajeador.

En ese momento Takina se sentía como un científico a punto de investigar sobre su conejillo de laboratorio, con su mano golpeando ligeramente hacia la cama, le hacía seña a Chisato de acercarse a ella, mientras se estaba desvistiendo.

Chisato se acostó, Takina le abrió las piernas y empezó a lamer su clítoris con decisión, antes de usar todos esos juguetes había que estimularla debidamente.

Chisato sobresaltó, no se esperaba esa prisa, agarró a Takina por el cabello y se mordió los labios para sofocar los gemidos, mientras que Takina se agarraba firmemente por los muslos de Chisato y lubricaba su vagina con abundante saliva, que bajaba a través de su lengua, como un columpio en un día de lluvia.

Sin previo aviso, puesto que Chisato estaba absorta en el placer, Takina empezó a mover su lengua muy rápidamente, agarró uno de los dildos, empezando por el más “pequeño”, y lo introdujo de golpe en la vagina humeante de Chisato, causando que un pequeño grito sofocado huyera de su garganta.

Takina empezó a mover el dildo con decisión, por cada estocada dada, el cuerpo de Chisato rebotaba y sus extremidades se ponían rígidas, los dedos de sus pies estaban flexionados, sus manos estaban cerradas en puños que se agarraban a la tela de la sábana, estropeando el delicado tejido de algodón, mientras que su propia vagina lo manchaba de líquido blanquecino y brillante.

Takina dejó el dildo completamente metido en Chisato y agarró un plug anal, lo chupó dejandolo lleno de saliva para luego sobar la punta alrededor del ano de Chisato, el cual estaba contrayéndose.

Para ese momento Takina había tenido momentos para investigar como disfrutar al máximo el sexo lésbico y ya estaba más familiarizada con los juguetes sexuales.

Chisato nunca había usado ese juguete, lo quería usar pero no se había atrevido todavía, pero Takina no lo sabía y lo insertó delicadamente, su ano se estaba expandiendo, una sensación de plenitud la invadió y el ligero dolor de la penetración anal era extrañamente placentero, ella estaba penetrando cada orificio de su cuerpo y eso la hacía desear más placer.

Takina también se sentía extasiada y realmente quería compartir todo el placer a la que Chisato estaba sometida, por lo que agarró el masajeador, lo encendió y lo colocó encima del clítoris de Chisato, para luego abrir las piernas y acercar su vagina a la de ella, haciendo que el aparato estimulara los dos clítoris a la vez.

Ese placer era inmenso pero no era suficiente, hasta ese momento Takina no había experimentado una penetración más invasiva de lo que pudieran ser sus dedos y ansiaba poder usar uno de esos dildos, aunque a la vez temía que pudiera ser un poco doloroso en un principio.

Las dos chicas estaban entonando una melodía de gemidos, jadeando y moviendo sus cuerpos al ritmo del placer, hasta que Chisato se dio cuenta de que Takina no tenía ningún juguete en su interior, por lo que interrumpió ese momento, todavía con el dildo excavando en su interior, agarró otro dildo y empezó a masajear la entrada de la vagina de Takina.

 

- Chisato… Nunca he… -

 

Chisato la miró con una expresión comprensiva y pícara a la vez, acariciando los muslos abiertos de Takina con el dildo.

 

- No te preocupes, relájate y confía en mí. -

 

Takina asintió con la cabeza y cerró los ojos, no veía la hora de que Chisato explorara su interior, intercambiando roles.