(Fanfic) Mahou Shoujo ni Akogarete: Arcoíris Lunar / Capítulo 42: El origen de Minakami Mizuki - Parte 3

Nota: Finalmente terminamos el mini arco del origen del clan Minakami, espero que lo disfruten como todas las meta referencias que he escrito de este mundo yuri ;D y si quieren apoyarme por favor no olviden seguir mis streams en twitch: www.twitch.tv/ouji_sama

— ¿Te gustaría convertirte en una chica mágica?

La misteriosa mujer de cabellera blanca y orejas de animal se lo dijo a la triste, confundida y herida Mizuki, el frio la invadía, el cielo estaba nublado por criaturas aberrantes infladas que flotaban en el aire.

— P-pero... ¿De qué rayos estas... hablando...? ¡Gah! ¡Coff coff!

La sacerdotisa expulsaba agua salada de la boca.

— Esa criatura llamada Damu, la que terminó con la vida de aquella mujer, es un Schiavo, una criatura hecha con magia oscura creada por una bruja llamada Venalita.

— Coff... coff... e-esa mujer...

Mizuki agarró del traje de la misteriosa mujer con furia, la expresión de sus ojos era de ira y desesperación.

— Esa mujer... ¡Era mi esposa! ¡Su nombre es Mura Ragi!

La mujer albina miraba con incredulidad y sorpresa la reacción de Mizuki.

— Lo siento... debí suponer que era alguien importante para ti...

— Más... te.. vale...

— ¿Muchacha? ¡Oye! 

La mujer albina se dio cuenta del mal estado de la joven sacerdotisa, enseguida colocó sus manos encima de ella y una luz rosada emanó de ellas.

— Vamos, no puedes morir ahora, hay mucha gente inocente en peligro, debes protegerlas.

Mizuki no respondía, su respiración se había detenido. 

— ¡Muchacha! 

En la mente de Mizuki había una oscuridad interminable con una niebla espesa en la base del suelo, la mitad de su cuerpo era visible.

— ¡Ayuda! ¡Están asaltando el castillo!

— ¡Entraron por la puerta de atrás! ¡Alguien mató a la comandante!

— ¡Gyaaaa!

Un inmenso fuego se prendió a lo lejos de donde estaba Mizuki, varias lanzas se podían ver elevarse, gritos de mujeres y niñas se escucharon por todo el lugar.

— Ya recuerdo...

Mizuki caminaba en medio de las llamas, manos ensangrentadas de mujeres salían del fuego, una agarró del traje de Mizuki para posteriormente ser atravesada por una lanza soltando a Mizuki.

— Yo era una de las sacerdotisas que servía a la anterior shogun, pero una noche las fuerzas rebeldes lograron entrar y lo quemaron todo, mataron a mis compañeras, superiores y a las demás generales.

Una multitud de manos salieron de todas partes y agarraron del traje de Mizuki arrancándolo dejándola totalmente desnuda.

— Esa noche llena de masacre y muerte irónicamente fue cuando fui liberada.

Un puñal ensangrentado apareció en la mano de Mizuki, en el suelo estaba el cuerpo sin vida de una sacerdotisa.

— Aquella noche maté a la sacerdotisa a la cual servía.

De la espalda de Mizuki aparecieron una multitud de látigos que marcaron su espalda ensangrentándola, posteriormente una lagrima de sangre salió de uno de los ojos de Mizuki quien permanecía sin ropa.

— Eso es, todo lo que haces es por el bien de tu pueblo.

La misma sacerdotisa que yacía muerta en el piso apareció detrás de Mizuki acariciando su rostro mientras con su lengua lamia su cuello, aquella mujer que la tocaba era una mujer ya mayor, con canas en su cabello y arrugas en su rostro.

— La shogun no te aceptó como su concubina, pero no te preocupes, puedes servirme en su lugar, a cambio te enseñaré todo lo que necesites.

La vieja mujer agarraba de los pechos a Mizuki para posteriormente morderla en el cuello con mucha lujuria, un tatuaje se le formó allí.

— Nací en un pueblo rural, éramos pobres y solo subsistíamos con lo que la tierra nos daba, pero la guerra llegó y pasamos hambre, hasta que un día llegaron enviadas de la shogun a exigir tributo, no teníamos nada más que dar por lo que me vendieron como sierva.

La vieja sacerdotisa desapareció y regresó al suelo donde estaba muerta en su propio charco de sangre, Mizuki seguía desnuda, con su cuerpo manchado por la sangre de aquella mujer y con el puñal aún en su mano.

— ¡General! ¡Encontramos a la shogun! 

— Muy bien, matenla.

— ¡Si!

Tras aquella vista infernal el escenario cambió con Mizuki ahora vestida con el mismo traje que tuvo su maestra la noche anterior.

— ¡Mi pierna! ¡Mi pierna me duele!

— ¿Estas herida niña? ¿Necesitas ayuda?

— ¿He?

Mizuki se inclinó para atender a la niña, posteriormente la madre de esta llegó para llevarsela.

— M-muchas gracias sacerdotisa.

— No hay de qué.

— Por cierto, este es un lugar muy peligroso para estar ¿No piensa también en migrar?

— ¿Migrar?

— Si, dicen que están preparando un gran viaje a las islas del oeste, donde la guerra no llegó, debería intentar ir también, le vendrían muy bien una sacerdotisa como usted.

— Oh... gracias por la oferta.

Anduve durante años vagando como una sacerdotisa errante hasta que un día me contaron del gran viaje para poblar islas donde la guerra no llegó y allí fue donde me refugié hasta que conocí a Mura Ragi.

La vista cambió, ahora estaba Mizuki y Mura Ragi desnudas en el futón, la general acariciaba el rostro de Mizuki.

— ¿Por qué no tienes un nombre de familia Mizuki-han?

— Las mujeres como yo no tienen una familia importante como para tener un nombre.

— Es una lastima, quizás deberías formar una.

— ¿Me quiere dar su nombre de familia Ragi-han?

— Jaja ¿Te gustaría? así nuestras hijas seguirían nuestro legado.

El rostro de la general cambió a uno de melancolía luego de haber sonreído tanto.

— Eres una mujer que quiere dejar su pasado atras y empezar una nueva vida, quizas deberias iniciar tu propio nombre familiar empezando contigo... que te parece...

En ese momento el sonido de las olas sonaron con fuerza que se pudo escuchar hasta aquel cuarto.

— Minakami, Minakami Mizuki, la mujer sobre las aguas.

La luz de la luna salió de entre las nubes iluminando el rostro de Mizuki.

— Minakami Mizuki...

Los ojos de Mizuki se abrieron repentinamente, estaba en medio del risco donde había saltado y donde vio por última vez a su esposa la general Ragi.

— ¡Despertaste! Que bueno, ahora podrás...

Las manos de la mujer albina fueron tomadas por Mizuki.

— Dijiste algo de darme poder para enfrentar a esa bestia infernal llamada Damu ¿Verdad?

La expresión de la albina mágica se iluminó.

— ¡Si!

...

...

...

— ¡Las bestias están entrando! 

— ¿Dónde está la general?

— ¡Auxilio!

Las bestias de color alquitrán entraban por todas direcciones al puerto, las soldadas hacían lo que podían para defender sus posiciones, las madres protegían a sus hijas y los barcos zarpaban por todas partes.

— Vena... lita...

En medio de toda esa oleada de ataque estaba Damu quien en sus garras tenia el cadáver de una soldada.

— ¡No des ni un paso más!

Del cielo una luz descendió, varios de los monstruos flotantes estallaron por el impacto, varias nubes del cielo se abrieron para dejar pasar la luz del sol y en medio un brillo azulado descendió.

— ¿¡Quien!?

Varios rayos de luz se esparcieron por todas direcciones atravesando el cuerpo oscuro y viscoso de los monstruos, estos quedaban clavados en las paredes y rocas, en medio de sus cuerpos tenían cristales de hielo.

Aquella luz que descendió del cielo dejó ver su verdadera forma, era el de una mujer en un traje de sacerdotisa pero con algo diferente, en vez del rojo tradicional era de color turquesa, el cabello de la mujer estaba recogido, en su cuello tenia un amuleto en forma de corazón azulado.

— ¡Miren! ¡Esa mujer!

— ¿Quién es?

— Es hermosa.

Las mujeres y niñas juntaban sus manos y se arrodillaron en el piso orando a sus diosas, daban las gracias por la llegada de su salvadora.

— Bestia infernal Damu, acabaste con la vida de mi esposa quien sacrificó su vida para salvarme, ahora con este poder te regresaré al infierno de donde escapaste.

En la mano de la sacerdotisa flotante se materializó una lanza, en su punta no había acero sino hielo.

— Prepárate para ser exorsisado.

— ¡Raaaaaar!

La criatura maligna empezó a flotar en el aire y de un impulso se dirigió hacia la sacerdotisa en el aire, la lanza de hielo y las garras de la bestia chocaron provocando un ruido intenso como el de dos katanas chocando, el intercambio de ataques era veloz y formidable pero en esta ocasión la lanza de la mujer tenia la ventaja provocando que hiriera varias partes del cuerpo del monstruo.

— ¡Haaaaa!

La lanza de la mujer atravesó el pecho de la bestia quien vomitó sangre, una sangre oscura como el alquitrán, ambos descendieron rápidamente hasta chocas con una torre de vigilancia.

— ¡Gaahhhhh!

La bestia tenia la lanza atravesada en su pecho lo suficientemente profundo como para tenerlo atrapado allí, se movía con desesperación y sus garras trataban de alcanzar a la sacerdotisa pero ella había guardado distancia.

— ¡Sacerdotisa-sama!

— ¡Miko-sama!

— ¡Acabe con el monstruo!

Todo el pueblo animaba a la guerrera de cabello turquesa para que acabara con la bestia.

— Nunca más dejaré que vuelvas a hacer sufrir a otra mujer bestia infernal.

Mizuki alzó su mano al cielo, un gran cumulo de agua se materializó en una gran esfera la cual se iluminó, luego ella voló encima y vio como el monstruo sonrió y con pura fuerza bruta y desesperación dejó que la lanza atravesara todo su pecho.

— ¡Muereeeee!

El monstruo abrió la boca y de ella un gran cumulo de energia magica color purpura y oscura se reunió para ser lanzada en forma de rayo hacia su oponente.

— ¡Ao no Fursumashi! (Exorsismo azul)

La sacerdotisa lanzó un ataque de agua brillante que chocó con el rayo infernal de la bestia Damu, el área se vio iluminada por ese choque de poderes.

— ¡Tu puedes! ¡Tu puedes!

— ¡Vénzalo!

— ¡Tenemos fe en ti!

Las mujeres, niñas y ancianas del pueblo animaban a su salvadora a medida que el choque de poderes continuaba, la bestia parecía estar sonriendo y expulsó más poder ganando el empuje.

— Mura Ragi-han, mujeres de la isla, Mako, Miku, todas ustedes me dieron fuerzas para seguir viviendo, no permitiré que esta bestia y la maldita guerra nos quite nuestro derecho a existir.

La sacerdotisa cerró sus ojos para sonreír, con fuerza volvió a abrirlos, unas pequeñas gotas de lagrimas salieron de allí, con el ataque que hizo con una mano colocó la segunda y como si fuera una cascada el ataque se vio fortalecido.

— ¡No! ¡Noooo!

— ¡Desaparece Damu!

El ataque acuático de Mizuki ganó el empuje de poderes, el cañón de agua lumínica llegó hasta la bestia, su cuerpo era despedazado por la presión del agua pero rápidamente se regeneraba.

— ¡No lo permitiré!

El cañon de agua magico continuó evitando que la bestia se regenerara, el monstruo era emujado por el agua fuera del cuerpo, continuando por el camino que daba a lo profundo de la isla, en medio de los campos de arroz hasta llegar al otro extremo de la isla.

— ¡Nooooo! ¡Venalita-samaaaaaaa!

El cuerpo de la bestia se desintegró por completo y con ello el cañón de agua de deshizo como un haz de luz.

— Hah... hah... hah... finalmente... gané...

La sacerdotisa mágica descendió del cielo hasta la tierra, una luz la envolvió y regresó a estar vestida como era antes, todas las personas que la vieron pelear se vieron sorprendidas al verla.

— ¡¿M-mizuki-sama?!

— Es verdad, es Mizuki-sama.

— ¡Mizuki-sama venció a la bestia!

— ¡Viva!

 — Ch-chicas...

Todas levantaron a la debilitada Mizuki celebrando la victoria muy felices hasta que el sonido de un cuerno de guerra se pudo escuchar anunciando que algo se acercaba.

— ¿Q-qué? ¿Ahora qué?

— ¡Es un barco del shogunato!

— ¿Shogunato? 

En el horizonte un cumulo considerado de barcos de guerra se aproximaba, sus velas eran rojas  y en la cubierta habían varias samurais con sus armaduras rojizas, en medio de ellas una figura misteriosa sentada en una silla.

— Ya llegaron.

— Es el barco del shogunato.

En el puerto había atracado, varias escaleras salieron de ella dando entrada a las samurais que caminaron hasta formar una hilera muy organizada, una mujer con un pergamino estaba delante de las samurais, Mizuki no sabia lo que estaba pasando.

— ¡Por parte del shogunato de la gran Morino-sama damos bienvenida a Arisu-sama la hija primogénita de la actual shogun Morino Kurea-sama!

Una niña de cabello rubio apareció en medio de todas las samurais quienes se inclinaron para honrarla.

— ¡Es la hija de la shogun!

— ¡Es Arisu-sama!

— ¡Ahhhh!

Las mujeres de la isla se arrodillaron ante tal presencia excepto Mizuki, quien no hizo más que ver todo con ojos serenos hasta que aquella niña rubia estaba frente a frente de ella.

— ¡Insolente! ¡Está frente a la próxima shogun Arisu-sama! ¡Arrodíllese!

— Hmmm... ...

— Oh, perdone mi insolencia Arisu-sama.

La samurái se disculpaba guardando distancia, al parecer entendía su extraña forma de comunicarse.

— Es usted... ¿La hija de la shogun Kurea-sama?

— Hmm... 

— Mil disculpas por no inclinarme, es que... he pasado por mucho... y ya no quiero volver a hacerlo en mi vida...

— ... ¿Hmmm?

— ¿Me pregunta que pasó? Bueno, si tiene tiempo... podría decírselo.

...

...

...

En la residencia de Mizuki estaba Arisu tomando el te, a su lado estaban sus samuráis.

— Hmmm... ¿Hmmm? 

— Si, la general Mura Ragi fue asesinada por esa bestia llamada Damu, peleó con valentia.

 — ¿...?

— Yo... obtuve un poder que me permitió derrotar a la bestia y salvar a la isla, por eso quiero cuidar de la isla como lo hizo la general.

— ¡hmmm!

— Gracias, hice lo que pude con el poder que tengo, pero ahora que mi esposa está muerta supongo que ya no tengo por qué más estar aquí.

Entonces Arisu hizo señales a una de sus samuráis quien le pasó un pergamino.

— Hmmm...

— ¿Para mi?

Mizuki tomó el pergamino para leerlo, en ello una de las soldadas dictó en voz alta lo que habia allí.

— Por petición de la gran general Mura Ragi, una de las más grandes generales de la shogun Morino Kurea-sama, se nos pidió el permiso de nombrar a su esposa Mizuki como la fundadora del clan Minakami ante la imposibilidad de Ragi-sama de tener descendencia. Desde el día de hoy la nombramos bajo el nombre de Minakami Mizuki-sama, máxima autoridad de la isla Umi no Machi.

Mizuki escuchó todo lo que dijo la oradora, de sus ojos corrían lagrimas y en su mente recordó aquella noche donde su esposa le dio su propio nombre de familia, Minakami.

— Esa idiota... siempre haciendo de las suyas...

La sacerdotisa sintió mientras de secaba las lagrimas.

— Hmmm... hmmm... ¿...?

— ¿Mi ayuda para exterminar a las bestias demoniacas que deambulan por la isla principal?

— Hmm... ... ...

Mizuki miraba aquel amuleto que le dio la criatura albina en forma de corazón.

— Si la hija de la shogun Morino Kurea-sama desea que le ayude a exterminar aquellas bestias entonces con gusto lo haré.

— ¡Hmmm!

— No, gracias a usted Arisu-sama.

La pequeña niña rubia se estaba retirando del lugar pero antes de hacerlo pudo ver a dos muchachas que estaban detrás de la puerta corrediza, sus sombras se podían ver por detrás, Arisu sonrió.

— Hmmm... ¡Jiji!

— ¡A-arisu-sama!

Mizuki se sonrojó como tomate, detrás de la puerta corrediza estaban Mako y Miku.

— ¿Qué dijo Arisu-sama? Dímelo Miku.

— D-dijo que... el deber de Mizuki-sama como la cabeza de la familia Minakami es tener una numerosa y saludable descendencia... y que no se tardara en tener hijas con... nosotras...

Ambas chicas se sonrojaron ante lo que significaban esas palabras.

...

...

...

En el funeral de la general Mura Ragi una joven se acercó a Mizuki.

— ¿Fue usted la esposa de la gran general?

— Si ¿Conocía a la general?

— Bueno... digamos que si...

Aquella joven tenia el cabello purpura largo que le llegaba hasta la espalda, usaba un kimono muy elegante.

— Debió amarla mucho para haberle heredado toda la isla.

— Yo... no sabría si fue amor o egocentrismo, pero indudablemente la general Mura Ragi siempre me tuvo en su mente.

— Me alegra que ella encontrara a quien amar.

Unas mujeres con ropa militar llegaron detrás de ella.

— Hiiragi-sama ¿Dónde estaba? no se aleje de nosotras por favor.

— Bueno, gracias por su atención Minakami-sama, que tenga una larga vida que la general le brindó.

— Muchas gracias.

Mizuki se acarició el cuello, en ella aún estaba la marca que le había hecho en vida Mura Ragi, el tatuaje que le mandó a hacer fue el de dos corazones.

El tiempo pasó, ayudé a la shogun Kurea bajo el mando de su hija Arisu a viajar por toda la isla principal de Japón luchando contra muchas clases de monstruos quienes fueron creados por una tal "Venalita" , conocí a otras chicas que también obtuvieron el poder de aquella criatura llamada "Vatz". Gracias a mi labor la shogun me otorgó el derecho de expandir mi clan por todas partes, incluso me permitió casarme con Mako y Miku con quienes tuve muchas hijas muy saludables. 

El clan Minakami se expandió por todo japón abriendo toda clase de santuarios, finalmente el sintoísmo pudo recuperar su lugar en la nación como una de sus dos más grandes religiones.

Una niña jugaba alegremente en la isla Umi no Machi hasta que algo brillante llamó su atención.

— Oh, que cosa tan bonita.

Era una esfera purpura que emanaba una magia oscura muy peligrosa.

...

...

...

Los ojos de Sayo se abrieron lentamente, a su lado estaba aquel libro que estaba leyendo sobre la leyenda de Minakami Mizuki.

— ¿He? ¿Dónde estoy? ¿Y Mizuki? ¿Y Damu? Ragi-sama...

Unas lagrimas se escurrieron por los ojos de Sayo al decir ese nombre.

— ¿P-por qué estoy... llorando? ¿He? ¿Me estoy volviendo loca?

Una lluvia intensa se pudo escuchar a las afueras del almacén.

— Tengo mucho en que pensar... Mizuki, Damu, Mura Ragi... ¡¿Morino?! No, no, esto no puede ser, son demasiadas coincidencias jajaja... no puede ser ¿Acaso me estaré volviendo loca?

Al momento de abrir la puerta del almacén pudo escuchar el sonido del agua caer, un rayo la sorprendió tanto que se cubrió el rostro, al pasar el momento lumínico pudo ver a alguien en la entrada discutiendo con varias de las sacerdotisas ayudantes.

— ¡Por favor! ¡Necesito ayuda! ¡Es mi hermana! ¡Es Mexa! ¡Ella! ¡Ella!

— ¿Qué está pasando aquí?

— Sayo-sama, disculpa las molestias pero esta joven no deja de hablar cosas raras.

— ¡Sayo-chan!

La mujer de piel bronceada se alegró de ver a la chica nueva de la isla.

— ¿Mexi-san? Por favor déjenla pasar.

— Gracias Sayo-chan, gracias, gracias.

— Pero ¿Qué es lo que pasó?

— Es mi hermana Mexa, nadie me cree pero ella, ella...

Un rayo volvió a iluminar el cielo.

— ¡Se transformó en un monstruo!

Los ojos de Sayo se tornaron serios, sintió un dejavú porque sabia ahora si lo que estaba pasando.

— Llévame hacia donde está Mexa-san, esta vez no dejaré que Damu se salga con la suya.

— Continuará...

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