Lycoris Recoil: Sentimientos florales / Capítulo 1

Takina no podía imaginar que una persona la pudiera cambiar tanto, desde que empezó su

nueva vida en la cafetería LycoReco pasaron muchas cosas y entre ellas, la más

destacable: haber conocido a Chisato.

El mundo de Takina era a blanco y negro y ella se encargó de darle color, con sus risas,

sus bromas, su presencia.

Takina estaba muy confundida y no entendía hasta qué punto una amistad podría

revolucionar su vida y cómo unas simples sonrisas, caricias o unas palabras bonitas pudieran llenarle el corazón.

Se preguntaba si lo que la animaba era simplemente la amabilidad de Chisato o ella misma y la manera contagiosa en la que veía y vivía la vida. Lo más probable es que fuera la segunda opción, después de todo, cualquier persona podría ser amable y al mismo tiempo ser una carcasa vacía.

Los pensamientos de Takina eran principalmente sobre Chisato, lo cual parecía normal ya que compartían la mayor parte de su tiempo juntas, pero justamente por eso lo normal hubiera sido querer un poco de privacidad de vez en cuando, algo que Takina parecía no necesitar, de hecho deseaba lo contrario.

En lo que Takina estaba absorta en sus propios pensamientos, Chisato le dio un pellizco y preguntó:

- ¿En qué piensas? Llevas muchos minutos viendo hacia la "nada", si te le quedas viendo

tanto, pensará que te gustan las chicas. -

De repente Takina regresó al mundo real y notó que se le había quedado viendo sin querer a una chica que estaba sentada en una mesa cercana.

El hielo en su vaso ya se había derretido por lo que su bebida se había diluido con agua, Takina levantó la mirada hacia Chisato.

- Perdón, estaba pensando en algo... ¿Quieres tomar algo más? Yo invito. -

Chisato negó rotundamente, sacudiendo la cabeza, y agarró a Takina de la mano parándose de pie.

- No, quiero dar un paseo, se me entumecieron las piernas. -

Para confirmar el hecho, Chisato empezó a sacudir sus piernas, balanceándose de un lado

a otro, haciendo que sus muslos temblaran por el movimiento.

Takina asintió con la cabeza y salieron de la cafetería en la que estaban.

- ¿No es irónico que trabajemos en LycoReco y hayamos ido a otra cafetería? ¿Se podría

considerar traición? -

Preguntó Chisato, riéndose y sobándose un brazo, estaba anocheciendo y empezaba a

hacer frío.

- No creo, está bien desconectarse de vez en cuando. -

Afirmó Takina, viendo hacia sus zapatos. Sentía que sus palabras y sus sentimientos se

contradecían, como si separarse de Chisato se tratara.

La remota posibilidad de necesitar o tener que separarse de Chisato la aterraba y más si ella, por su lado, pudiera llegar a necesitarlo.

- ¡Tienes razón! -

Exclamó Chisato, mientras veía a su alrededor, parecía analizar el entorno.

-        Ya es tarde, deberíamos regresar. -

Las chicas caminaron hacia LycoReco tomada de la mano, al ritmo de un extraño silencio.

Una vez en la cafetería, Takina se fue a su cuarto rápidamente, cerrando la puerta a sus

espaldas y apoyándose en ella.

Tomó un suspiro para liberar la tensión de su cuerpo y se sentó en su cama.

Su cuerpo se sentía caliente, desde hace poco tiempo había empezado a tocarse, algo de lo que nunca había sentido necesidad, pero el problema no era el porqué, sino pensando en qué.

Lo que la había impulsado espontáneamente a experimentar su sexualidad era la feminidad de Chisato.

Ella era tan bonita, delicada, su piel era láctea y lampiña, su cuerpo era sinuoso, proporcionado, su porte elegante, sus pestañas largas y encorvadas en una parábola perfecta, sus labios curvos y rellenos y su cabello fino y extremadamente suave, tanto que cuando el viento era fuerte, se despeinaba fácilmente y acariciaba su rostro, rozando la punta de su nariz y causando que ella estornudara.

Todos esos pequeños detalles la hacían lucir hermosa y hacía que a Takina se le pusiera la piel de gallina y que su corazón se detuviera por unos segundos.

No sabía si esa gran admiración era normal pero hacía que algo dentro de Takina se moviera.

Sentía mucha vergüenza porque a veces tenía que correr a encerrarse en su cuarto debido a la urgencia que tenía de tocarse y sentir ese placer catártico, tal vez una manera de sentirse menos culpable.

Ella trataba de entender el porqué de esa necesidad y sobre todo porqué pensando en su amiga, tal vez se debía a las hormonas, al hecho de que la rodeaban casi exclusivamente

mujeres…

Mientras pensaba en todo eso, sus piernas estaban cerradas herméticamente y las rodillas parecían actuar como candados, como para retener algo, o sea ese líquido que solía mojarle las bragas, prueba del hecho de que en ese momento se sentía excitada.

Decidió desvestirse y acostarse en la cama, abrió las piernas y dejó que sus dedos deslizaran en su entrepierna húmedo.

Empezó a respirar intensamente, mordiéndose el labio para impedir que su boca soltara

algún gemido.

Después de unos minutos se escucharon pasos acercándose a su cuarto y unos segundos después alguien

tocó a la puerta.

-

¡Takina ya está lista la cena, ven! -

Era la voz de Chisato. Takina se tapó por instinto con una almohada, tomó un gran respiro y

le contestó con voz suave, tratando de que no se notara la excitación.

-

A-ahí voy, vayan comiendo. -

-        Está bien, ¡Apúrate! -

Chisato le contestó pero en lugar de alejarse de la puerta, acercó una oreja y escuchó a

Takina jadeando tenuemente.

El corazón de Chisato empezó a bombear sangre con fuerza, haciendo que fluyera más rápidamente

hacia su entrepierna, que empezaba a mojarse, goteando en sus bragas.

Sin saberlo, las dos estaban pasando por la misma confusión, con el miedo de si realmente

estuviera bien sentirse de esa manera pensando la una en la otra en situaciones más

íntimas.

A los ojos de Chisato, Takina era como el chocolate amargo, no comprendía su sabor pero quería comer cada vez más para saborearlo, porque sentía que nunca era suficiente.

Takina no era habladora, aún así Chisato había aprendido a leerla, sus ojos parecían impasibles pero mostraban más de lo que aparentaban, su lenguaje corporal era bastante transparente y su aparente ausencia de expresiones faciales hacían apreciar muchísimo más cualquiera de sus sonrisas.

Su mirada la hacía estremecer.

“¿Es realmente tan grave si…?” se preguntaba Chisato, indecisa si irrumpir al cuarto de

Takina, después de todo no estaba segura si se sentía de la misma manera que ella.

Muchos temores estaban atravesando su corazón, mientras su cuerpo se sentía bastante decidido, “¿Arruinaría mi amistad con ella si entrara a su cuarto abruptamente y le dijera claramente lo que estoy sintiendo? Tal vez sea comprensiva conmigo pero…”

-        Al diablo. -

Susurró Chisato entre sí, abriendo la puerta en silencio.

Entró al cuarto y cerró la puerta con cuidado, dirigió su mirada hacia Takina, que tardó unos

segundos en darse cuenta.

-        ¡¿Q-qué haces aquí?! -

Preguntó Takina evitando gritar, para ahorrarse un alboroto, tapándose otra vez.

Lo más vergonzoso de su vida estaba ocurriendo exactamente en ese momento.

La piel de su cuerpo se veía ligeramente sonrojada, sobre todo sus hombros y sus rodillas

mientras que su rostro y su cuello estaban bastante rojos.

Chisato se armó de valor, suspiró y se acercó a la cama.

-        Te dije que la cena estaba lista. -

Empezó a desabrocharse la camisa con prisa, sus dedos buscaban cada botón con

frenesí.

Takina la miró anonadada y confusa, “¿Esto está pasando en serio?”, se quedó de piedra,

no sabía qué decir ni cómo moverse.

-        Ch-Chisato… ¿Te gustan las chicas? -

Preguntó Takina tímidamente y arrepintiéndose enseguida, “¿Qué clase de pregunta era

esa? Entre tantas cosas que pude haber dicho…” pensó, sin esperar realmente una

respuesta a su pregunta, simplemente quería romper ese incómodo silencio.

-        N-no sé… Pero creo que me gustas tú. -

Al decir esas palabras, Chisato miró a Takina a los ojos y se sonrojó muchísimo, se quitó la camisa y la lanzó al piso, se subió a la cama y gateó hasta acercarse lo suficiente a Takina, sus pechos estaban cerca de su cara y, como si fuera totalmente culpa de la gravedad, los acercó a su boca.

Una corazonada le decía que las dos buscaban lo mismo y que ese momento era perfecto para averiguarlo, después de todo la desnudez entre chicas no era tabú, así que todavía estaba a tiempo de retractarse si lo hubiera querido, pero no parecía algo que iba a suceder.

Le preguntó Chisato, siendo directa como siempre, mirándola fijamente a los ojos mientras con una mano se desabrochaba

el bra, haciendo que sus pechos cayeran cada vez más cerca de los labios de Takina.

-        Takina… ¿Te gusto? -

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