«¡Ahí está!», pensó Uchi fugazmente al tiempo que se ocultaba tras el marco de la puerta.

Sus ojos se clavaban en la delgada silueta de Tomoko, quien aguardaba en su asiento leyendo un manga en su celular.

—Hoy también tiene ojeras —murmuró, tratando de sobresalir lo menos posible del cuadro en la pared—. ¿Es qué acaso no duerme? ¡Repulsiva!

Tomoko paseaba sus cansados ojos por las viñetas al tiempo que su dedo deslizaba la imagen por la pantalla, ocasionalmente se formaba en su rostro alguna tenue expresión de sorpresa o alegría, que no pasaba desapercibida para Uchi.

—¿Está leyendo algo repulsivo en medio del salón de clases? ¡Repulsivo! —dijo para sí misma mientras su rostro sencillo formaba un emoji de duda y, sin darse cuenta, sus labios comenzaron a pronunciar sílabas sin emitir sonido—: Ku-ro-ki.

Tomoko, ajena a su alrededor, empujó hacia atrás los hombros mientras su columna se estiraba hacia adelante, en un flojo intento por aliviar la tensión de su espalda sin tener que despegar los ojos de la pantalla.

Uchi dio un respingo al ver aquel movimiento, rápidamente se ocultó al otro lado de la pared, encarando al pasillo. Su corazón latía a ritmo acelerado, a juego con su respiración agitada. Estaba segura que su piel habia enrojecido, pues sentía el cuerpo ardiendo.

—¡R-repulsiva...! —dijo con voz entrecortada, recargando su espalda contra la pared, pues las piernas le temblaban—. ¡Repulsiva! ¡Repulsiva! ¡Repulsiva! —repitió con los ojos cerrados, llevándose las manos a los costados de su rostro, tratando de recomponerse.

Cuando su cuerpo volvió a su ritmo habitual, vio como por el pasillo comenzaban a aparecer alumnos yendo a sus aulas.

La expresión de Uchi se ensombreció ligeramente y sintió como si algo en su interior fuese estrujado.

Miró hacia adelante en el pasillo, su aula estaba en la puerta contigua, pero no avanzó.

Estuvo unos segundos de pie, con una expresión vacía teñida sutilmente de tristeza.

Respiró hondo y giró una vez más, asomándose por el marco de la puerta, viendo de nuevo la silueta de Tomoko.

—Ku... ro... ki... —murmuró, saboreando cada sílaba, mientras sus ojos miraban confundida a Tomoko—. Kuroki... Tan pequeña, tan frágil, repulsiva... Ku... ro... ki...

—Ku... —Sus ojos ignoraban todo excepto a ella.

—Ro... —Sus dedos apretaban con fuerza el marco de la puerta.

—Ki... —Sus labios se entreabrieron, queriendo decir algo en voz alta.

—Buenos días...

Una voz la sacó del trance y casi cae de espalda. Yuri pasó de largo a Uchi, mientras saludaba a Tomoko.

Uchi miró la espalda de Yuri entrando al aula de Tomoko y, a pesar del sobresalto, deseó estar en esa misma clase.

Caminó intentando no pensar en nada hasta la clase 3-4 y tomó su asiento.