En la tierra de los sueños, una princesa reposa,
bajo el manto estrellado, su poderoso encanto se posa.
Joven y radiante, con un corazón de oro,
teje hechizos en la noche, con destellos que enamoran.

Su cabello radiante, como la noche sin fin,
encierra secretos antiguos, que solo ella comprende en su jardín.
Sus ojos, dos luceros, reflejan el universo entero,
y en su mirada danzan las estrellas, en un eterno reverbero.

En su reino de ensueño, los castillos se alzan en esplendor,
donde los juguetes cobran vida, en un baile de amor.
Las muñecas susurran secretos, los soldaditos marchan al compás,
mientras la princesa con su magia, teje sueños en su palacio de paz.

Cada noche, en su lecho de terciopelo y satin,
la princesa se sumerge en un mundo de fina imaginación sin fin.
Susurra a las hadas, y despierta a los duendes,
mientras el viento lleva sus sueños, a tierras lejanas y distantes.

Así, la princesa joven, con su poder mágico sin par,
enciende el fuego de los sueños, en cada alma al despertar.
Con castillos de ilusión y juguetes que cobran vida,
nos guía hacia un universo de magia, donde la esperanza siempre florece encendida.